miércoles, 29 de octubre de 2008

Chino chamba: Intro a un viaje superguay.



Ayer regresé a Seúl luego de una semanita en Beijing. Ya sé que no actualizo esta cuestión últimamente pero es que me da flojera teniendo tanto por contar. Pero bueno, empezaré por China ya que sigo impresionado.

China es como Perú, me sentí prácticamente en casa. Pensé que en Corea corría el riesgo de ser atropellado en la calle pero me equivoqué, en Beijing es mil veces más peligroso, lo cual me recuerda mis cruzadas de carretera con Andrés en Lima, con la pequeña diferencia de que a él lo atropellaron y yo me reí.

Creo que estaría demás hablar del mercado informal en absolutamente toda la ciudad. Escuchar los precios que las chinitas le ofrecían a los gringos me hacía sonreír. Era como estar en Cusco y ver a un turista pagar 80 soles por esos llaveros con muñequitos de cerámica tirando que en realidad cuestan un sol. Sandra y yo les explicamos a estas damas que nosotros sabemos como funciona esto y no pensábamos pagar ni la quinta parte de lo que nos pedían. Funcionaba, pero se molestaban con nosotros y acá los vendedores son tan conchudos que te empujan, te gritan, insultan. Y cuando compras, te abrazan, extrañamente te hablan en tu idioma (sea cual fuere) y hasta te invitan a tomar un café cuando cierren la tienda. Bueno, eso sólo pasó una vez.

Sobre la comida que probé haré un post especial, será para otro episodio. Acá quería hablar, ahora que revisaba mis fotos, sobre la falta de trabajo en China. Encuentras pequeños profesionales por doquier, ya no hay puesto para nadie. Acá unos ejemplos:

Con ustedes, el chino periodista


El chino fotógrafo revisando su trabajo


Y el más bacán, aunque no sé como llamarlo. Rayaron al chibolo y ya se metió al ejército


Y todo esto gracias a Chairman Mao, a quien vi embalsamado y parecía un muñeco de cera. También me compré algunos relojes donde mueve la mano y se ve gracioso. En fin, para terminar este capítulo compartiré con ustedes mi último descubrimiento: El verdadero Mao caminando de incógnito por las calles. Yo sabía que el otro era de falso.

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