jueves, 28 de agosto de 2008

Primera sorpresa

Llegamos a Tokyo. Acá también se respira oxígeno.


Las japonesas se visten como dibujo animado y todos los asiáticos son un intento de metrosexual. Los libros se abren al revés y las llamadas internacionales desde un teléfono público son un asalto a mano armada.


Pero nada nos impresionó más que el baño. Gracias, oh gran cultura occidental, por tener inodoros, waters, tronos o como quieran llamarlos.

Viajando con el sol

Hay demasiados chinos en este avión. Estoy teniendo problemas no sólo para escribir en esta minúscula mesa, sino también para poder diferenciar al asiático macho de la hembra. Hasta el momento sólo puedo afirmar que ambos son amarillos y cuando conversan parece como si te estuviesen insultando. Quizás por eso Nopo no hablaba cuando hacía sus origamis, me hubiese sentido terriblemente ofendido.
Este viaje se está complicando bastante. Hace más de 12 horas que el sol brilla como si fuese mediodía, y no sé cuando me corresponde comer o dormir. He perdido la noción del tiempo totalmente y es probable que al llegar a Japón siga siendo de día, y yo no tenga sueño ni hambre. O sí, no tengo idea.
A todo esto estoy viajando en Business Class, siendo yo un anti cucuchihighlife. Es la primera vez que lo hago y tengo que agradecer infinitamente a mi mamá, porque tranquilamente podría quedarme los 4 meses acá. Estoy rodeado de ninjas enternados y parezco un chibolo que acaba de recibir un Play Station 3. He apretado absolutamente todos los botones que hay para mover el asiento, que literalmente se convierte en una cama, con frazadas y todo. No sólo eso, sino que tengo como 3 mesas escondidas por ahí, colgador de ropa, pantuflas obviamente puestas apenas me subí al avión, una toalla caliente que ya se llevaron no sé porque. Ah si, y acabo de pedir mis ravioles porque por supuesto que comemos a la carta. también me llenan la copa de champagne cada vez que la ven un poco vacía, me traen chocolates y dulces cuando yo quiera y tengo unos audífonos inmensos para ver lo que yo decida ver.
No tendo idea de cuanto tiempo falta para llegar Tokyo. Sólo sé que hay un montón de películas acá y trataré de verlas todas. Espero que Sandra pueda reclinar bastante su asiento, 11 horas sin estar cómodo deben ser lo peor.
(Escrito en un pequeño cuaderno en algún momento del viaje Los Ángeles - Tokyo)